domingo, 13 de agosto de 2023

LA AUYAMA.






LA AUYAMA 

(Aguinaldo venezolano)


Hay una verdura,

que a mis ansias llama;

una sabrosura,

de nombre auyama.


CORO:

Ay negrita mía,

mi estómago clama;

la comida mía,

dame la auyama.


En cualquier sancocho,

mi plato reclama,

un par de tochos

y un trozo de auyama.


Eres calabaza,

en otro lugar;

pero aquí en mi casa,

miel al paladar.


Si yo le pedía

y no tenía ganas,

mi mujer decía,

¡vete a la auyama!


Mi nieto la come,

muy bien picadita;

y eso me lo pone

como una avispita.


Reina de los campos,

de planta rastrera;

también me la zampo,

en torta o en crema.


Betacaroteno,

tiene la auyama;

y no es para menos,

el vigor te inflama.


Con anchoa frita,

menudo manjar;

y unas tajaditas,

para completar.


Fiel a ti yo he sido,

mi amor te reclama;

y jamás te olvido,

mi dulce auyama.


Jesús Núñez León.






























¿LECHOSA O PAPAYA?


¿LECHOSA O PAPAYA?


Yo adoro una fruta,

la busco donde haya,

la llaman papaya

y también lechosa;

es la más sabrosa,

vayas donde vayas.


En la navidad,

cena deliciosa,

dulce de lechosa,

postre principal;

es tradicional 

en mi tierra hermosa.


Sueño con decirle

a la amiga Rosa,

una chica hermosa,

que vende vituallas,

si me das papaya,

te compro lechosa.


En otras regiones,

mi mente no falla,

le dicen papaya,

en vez de lechosa;

su nombre es de diosa,

no importa su talla.


A usted que le gusta,

la fruta en sazón,

diga don Ramón,

prefiere guayaba,

o aquella papaya,

que está en el camión.


Si el marido tuyo,

de hambre se desmaya,

dale la papaya,

en rico batido;

y sendos gemidos,

de seguro exhala.


Conozco a un amigo,

bien melindrosito,

que actúa rarito:

si le dan papaya;

te brinca la raya,

pide un pepinito.


Papaya yo quiero,

y a cualquiera hora;

pido sin demora,

aunque sea un poquito,

del rico dulcito

que hace mi señora.


Hay las que son largas

y hay las que son gordas,

mas mi boca aborda

a las maduritas,

son las más riquitas

y fuera de borda.


Me gritaba Rosa,

que sin real no le vaya

para su quincalla;

no seas resbalosa,

no enredes las cosas,

fíame la papaya.


Lechosa te quiero, 

no importa el lugar;

pues mi paladar,

ya mucho ha sufrido;

papaya yo pido,

para terminar.


Jesús Núñez León.