A SIMÓN RODRÍGUEZ
(En el aniversario de su nacimiento)
Leal maestro de Bolívar,
su ductor, más que maestro;
eterno amor por lo nuestro,
en su alma, como almíbar.
Que libertad lograría,
para su patria juró;
en Monte Sacro lo oyó
y su apoyo le daría.
En los tiempos coloniales,
su tutor y confidente;
siendo un adolescente,
sembró en él sus ideales.
Al Libertador nacer,
contaba con catorce años;
supo ganar un escaño,
en el alma de aquel ser.
Educador creativo,
de la libertad amante,
sensato y perseverante,
del saber su gran amigo.
Conquistemos a la América,
por medio de las ideas;
fue una de las panaceas,
siempre presente en su prédica.
De la instrucción popular,
un ferviente abanderado;
siempre los necesitados,
en su norte de formar.
Tendrá quien sepa, el que enseña;
tendrán quien haga, si educan;
son enseñanzas que nunca
perderán vigencia plena.
Al que no sabe, lo engañan;
y al que no tiene, lo compran;
son verdades que hoy asombran,
por la validez que entrañan.
No serán republicanos,
con atraso y exclusión;
la ignorancia y sumisión,
extirparlas de antemano.
Su muerte ocurrió en Perú,
un veintiocho de febrero;
sus seguidores dijeron,
se fue el genio de la luz.
A instruir su afán seduce,
su faro perenne brilla;
y aún hoy nos maravilla,
¡el Robinson de las luces!
Jesús Núñez León
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